ASÍ NO ARREGLAMOS NADA
El blog de Alfonso Aznar sobre Política, Educación, y... otras cosas.
ETIQUETAS
jueves, 16 de noviembre de 2023
El bar triste.
lunes, 20 de marzo de 2023
¡VOLVERÉ!
VALENCIA, ABRIL DE 2009...
El General Mc Arthur pronunció, tras ser desalojado de Filipinas por los japoneses en 1941, su famoso “¡Volveré!”. Y lo hizo. Tres años más tarde, las fuerzas aliadas bajo su mando desembarcaron en la isla de Leyte, el 20 de octubre de 1944, cumpliendo su juramento.
Hoy me voy de Madrid. Con ilusiones, con ganas de mejorar, un poco como se iban nuestros emigrantes en los años sesenta. A buscar el sustento, en este caso emocional, que no económico. E igual que ellos me sentiré. Me dejo aquí parte de mi corazón.
Me voy de Madrid y me cuesta creérmelo aunque yo mismo lo esté escribiendo. Hoy Madrid tiene otro color, un color más gris. La gente va a lo suyo, como todos los días. No parece importarle que me vaya de aquí. ¿Pero es que no lo ven? Hoy todo huele a despedida. Miro cada cosa sabiendo que es por última vez. Se cierra un capítulo de mi vida que ha durado 45 años, todos los que tengo. Pero 45 años no son muchos en un lugar más que milenario como este.
Ahora nada será igual. Hay una cosa que será mejor: que estaré con mi familia. El precio será alto, muy alto. El precio es nada menos que abandonar la ciudad en que nací, crecí, la que conozco, admiro, padezco, deseo y sueño. La capital del Imperio. La generosa y abierta Madrid, siempre dispuesta a adoptar como propios a los hijos ajenos, cual Loba Capitolina. El lugar de España donde menos importa la procedencia. Da igual de donde vengan. Parodiando el viejo chiste de bilbaínos, Madrid concede a todo el mundo el derecho a ser madrileño, sea donde sea donde haya nacido, solo que en este caso no es un chiste, sino la más pura realidad.
Además, tengo un hijo madrileño. No deseo que vea a Madrid como algo ajeno. Madrid es la ciudad de su abuela, de su padre y la suya propia. Deseo que crezca sabiendo y apreciando el lugar del que proviene, sus raíces, su historia y, quien sabe, ojalá que buscando hacer el camino inverso al que he hecho yo. También espero que nunca me culpe por haberlo sacado de allí porque me rompería el corazón. Que sea feliz esté donde esté, pero que la “morriña” le entre y alguna vez y decida volver. Y yo que viva para acompañarlo.
Es difícil abandonar Madrid de
buen grado, como es difícil abandonar a un hijo o a una madre. Y dejar Madrid y
a la vez a los padres es, me atrevo a asegurar, de las cosas más dolorosas que
uno puede sufrir.
Madrid, el Madrid antiguo y sabio es ese libro abierto donde cada día aprendes algo. Donde cada esquina y cada plaza dan para escribir varios capítulos. La Historia tiene aquí un buen filón. Haber sido la capital del Imperio más vasto y poderoso del mundo durante 300 años no es algo baladí. Imprime carácter. Desde aquí se conquistaron continentes enteros. Desde esta ciudad, con poco más de 200.000 habitantes, se mantuvo a fuerza de espada y arrojo la fe católica en medio mundo. Se contuvo al turco en Viena, a los protestantes en Flandes, a los piratas en el Caribe y en todo el Mediterráneo, se luchó en África hasta Libia, en Europa hasta Grecia o Inglaterra, se fundaron ciudades en América del Norte y del Sur o en Filipinas. En fin, desde aquí se gobernó medio mundo y la Corte de Madrid era la más importante de todo el Orbe, donde todo el mundo quería venir a medrar. No, no es fácil abandonar Madrid porque Madrid lo ha sido todo.
Madrid es también, al fin y al
cabo, una extensión de la cercana Castilla. Y su carácter austero, relajado en
parte por la inagotable llegada de gente de otras partes de España, está presente en los madrileños de varias
generaciones. Un carácter socarrón, cínico incluso, sabihondo, preciso en las
palabras y parco en los gestos. Que da cosas por sabidas porque aquí se sabe
todo. Chulo, sí. Si chulería es presumir de lo mejor, pues debe ser eso lo que
hay aquí.
Madrid es viejo y nuevo a la vez.
Y las dos cosas me gustan. Es un poliedro completísimo donde encontrar templos
egipcios de 4000 años e inverosímiles gigantes de acero y cristal de 250 m. Es
tan grande que cabe todo y tan pequeño como para caber él mismo en el corazón.
En este caso, en el mío.
Me llevo una parte de Madrid conmigo que luciré cual condecoración y de la que presumiré en todas partes y en todo momento, pero también dejo aquí una parte de mí. Hay que estar muy loco para abandonar el mejor sitio del mundo. Yo debo de estarlo.
Pero no me voy para siempre. Si pensara que me voy para siempre, debería hacer parada en Ciempozuelos y quedarme allí. Un madrileño como yo no se va de Madrid si no es de vacaciones. El resto del mundo es muy bonito pero es tan solo eso: el resto del mundo. Y todos los demás lugares son bellos, o cálidos, u hospitalarios, o lujosos, o alegres o…pero no son Madrid, mal que me pese. Y no pueden ser un lugar para vivir. El resto del mundo es tan solo una pasable segunda residencia.
Por eso he decidido que me voy de
vacaciones. Me voy a Valencia con mi familia. Me tomaré unas largas y espero
que fructíferas vacaciones, que interrumpiré de cuando en vez para volver por
el foro a tomar algo con Neptuno o dar un paseo con Cibeles. Para ver cuantos
kilómetros de Metro más se han construido (ahora, desde mi casa a Sol sin transbordos)
o para comprobar si los bocatas de calamares o el chocolate con churros siguen
sabiendo aquí a gloria bendita, como en ningún otro sitio. O a darme el placer
de beber agua del grifo, algo con lo que ni siquiera sueñan en ningún lugar del
Mediterráneo.
Necesitaré venir a Madrid de vez en cuando como los cetáceos necesitar subir a la superficie. Una cuestión de supervivencia.
Espero que no me guardes rencor, mi Madrid del alma, por abandonarte ahora pero es por una muy buena causa. Y prometo que alguna vez se acabarán estas vacaciones. Quizá en 10, 20 o 30 años, pero se acabarán. Y entonces cumpliré, como Mc Arthur, con la promesa que hoy hago. ¡Volveré! No sé como ni cuando, pero lo haré.
miércoles, 2 de febrero de 2022
NO A LA GUERRA… O SÍ
Esto es lo que ahora toca de nuevo leer y oír. Y lo exhiben impúdicamente como si los demás estuviéramos sedientos de sangre. Lo hacen con esa superioridad moral que da el no saber nada de Historia o no haber entendido una línea de lo que leyeron.
martes, 21 de diciembre de 2021
Ni Contigo ni sin ti.
Me van a perdonar si salgo un rato de la macropolítica y
entro en la política de cercanías o distancias cortas. Si dejo de hablar del
presidente del Gobierno, de sus socios o de la oposición y, con las gafas de
cerca puestas, hablo del gobierno municipal del lugar en el que vivo, La Pobla
de Vallbona, un agradable pueblo de 26.000 habitantes a 20 Km de Valencia. O
no, porque a lo mejor resulta que hablo de lo mismo de siempre
solo que con menos ceros. Quizá es que los protagonistas tienen otros nombres, pero
los mismos defectos. Bueno, que no lo sé… Yo se lo cuento
y ustedes juzgan, que ya son mayorcitos.
Resulta que en
las últimas elecciones municipales se presentó aquí el partido “Contigo somos
democracia” o, simplemente, Contigo. Este partido empezó, por ahorrar líneas,
como un aluvión de desertores de otros como Ciudadanos, UPYD, alguno del PSOE,
partidos locales, etc. Cogieron lo peor y más rastrero de cada casa en
general. En algunos casos recauchutaron gente que había
abandonado UPYD y luego Ciudadanos, o sea, dobles graduados en traición, culos
de muy mal asiento, escasa firmeza de ideas y unas concentraciones tan
altísimas de autoestima como escasas de vergüenza. Con
estos mimbres, se lanzaron a por el voto “de centro” en muchos lugares, aprovechando
el hueco dejado por esos dos partidos principalmente. Y con esas premisas, aquí
pusieron como mascarón de proa a un chaval del pueblo, de entonces unos 20
años, que tiene detrás un entramado familiar y social suficiente como para
obtener 600 votos, cantidad necesaria para conseguir una concejalía aquí.
Dicho y hecho:
en 2019 sale elegido Jaime Ruix en las listas de Contigo. Y CUPO, un partido
local desideologizado, centrado originalmente en urbanizaciones, pasa de dos
concejales a uno, en parte también por estos votos perdidos. Gran éxito de la
familia y amigos antedichos. Pero fracaso para el centrismo, como ahora se
verá. La concejalía de Ruix no resultaba necesaria para la formación de la
mayoría, compuesta principalmente por Compromís y PSOE, en las antípodas
ideológicas de un partido como Contigo, además de CUPO. Pero hete aquí que el
niño salió “bizcochable”, o sea, receptivo a las tentaciones. Así que es
nombrado sorpresivamente parte del gobierno municipal como concejal de
Movilidad, Fallas y Juventud. O sea, concejal de fiestas y el que cambia de
sentido las calles, pinta carriles bici y gestiona el bus municipal, algo de
una dificultad titánica al alcance de muy pocos. Resultó
así que un partido nacido de la centralidad política se coaliga aquí con los
nacionalistas del peor pelaje y exaltadores de la diversidad como arma política
para sus fines separatistas.
Ejemplo de
ello fue, por ejemplo, una de sus intervenciones más vergonzosas en el Pleno
Municipal, en la que, como respuesta a la petición por parte de VOX de que las
señales de tráfico, además de en valenciano, se rotulasen en castellano
(propuesta que también hicimos desde UPYD años atrás con el rechazo del
nacionalismo), el niño en cuestión contestase que no hace falta
rotularlas en castellano porque “las señales ya las entiende todo el mundo con
el pictograma”. De haber tenido yo ocasión, le habría
recriminado que tratara de imbéciles a los valencianoparlantes que, por lo
visto, cree él que no entienden el pictograma y hay que explicárselo en su
idioma.
Hago
un inciso más personal para decir que hace algo más de un año (mi memoria no es lo que era como para precisar más ni
tampoco quiero hacerlo), se puso en contacto conmigo un dirigente de su
partido a nivel nacional, interesado en si yo estaría dispuesto a colaborar con
ellos de alguna manera porque tenemos ideas coincidentes. Dicha persona, de
trato cercano y muy razonable, me merece todos los respetos.
Mi respuesta
fue, desde luego, que no, por varias razones. La primera es porque tienen al
mando a personajes abyectos como José Enrique Aguar, ex del PSOE y de
Ciudadanos, tránsfuga de profesión y arribista cum laude, que intentó sin éxito
entablar relación en su día con UPYD. Se nos colaron algunos, pero ese no. La
segunda, porque, como dije al principio, es un partido trufado de gente así:
rebotados de mil y un sitios, sin ningún proyecto que no sea el personal y con
una mano constantemente en el bolsillo empuñando una navaja abierta. La tercera
es porque estoy bastante hastiado de la participación política activa. En su
día, en UPYD obtuvimos 900 votos en este pueblo en unas elecciones europeas y
luego ese esfuerzo se ha ido en toda España por el desagüe del conformismo o
los cantos de sirena. El votante decidió abandonar
la racionalidad y castigar una opción como la nuestra, integradora, europeísta,
fresca, democrática, centrada en lo común, alejada de victimismos y divisiones
artificiales y profundamente honesta y regeneradora. Así
que me siento bastante poco motivado para luchar por quienes no quieren luchar
por sí mismos y tragan, una tras otra, con todas las mentiras sentimentaloides
que se lanzan desde casi todos los partidos actuales.
Y la cuarta y
última, porque conocía perfectamente la situación de su partido en esta localidad
y la deriva que Jaime Ruix había seguido, encaminada desde el primer día a
hacer de mamporrero del nacionalismo. De hecho, le dije a la persona que me
llamó, y creo que son palabras textuales, que “vuestro concejal aquí es más de
Compromís que los de Compromis” y que no entendía cómo habían elegido a este
personaje para encabezar su lista. El hombre, al que no citaré por razones
evidentes, no tuvo más remedio que darme la razón en todo prácticamente porque
estaba bien enterado de la situación aquí y en toda la provincia de Valencia.
Pues
bien, resulta que el niño ha salido, como era previsible, otro culo de mal
asiento y, ¡oh, sorpresa!, se ha convertido en tránsfuga. O sea: abandona el
partido pero no la concejalía ni el sueldo que ello conlleva, sueldo que se han
aumentado dos veces en esta legislatura. No debería decir que me alegro, pero es que resulta que sí
que me alegro. Me encanta tener razón, no puedo evitarlo. Y más en ciertos
casos. El niño en cuestión, con todas sus huestes, ha abandonado el partido con
armas y bagajes porque dice que no quiere “estar supeditado a una ideología
nacional”. Como si pudiese existir municipalismo sin política nacional, sin
visión de estado y sin defensa de derechos comunes. Como
si pudiese uno centrarse en reformar su casa cuando el edificio en el que se
encuentra está siendo desmontado y destruido cada día por los mismos que
reforman tu casa.
Así que anda
pensando en constituir una agrupación de electores, otro partido local (la
puntilla para CUPO, por si no tenían bastantes problemas), presentarse en
coalición con otro (no puedo adivinar con cual…) o lo que sea. Lo que sea
con tal de seguir chupando del bote, que es lo que cierta gente no puede dejar
de hacer una vez ha visto el color del dinero. Así que,
señores, con todos estos datos, ahora juzguen ustedes si la traición, la
mentira, el ansia de poder o la sumisión al nacionalismo centrífugo y
antiespañol es un problema nacional, autonómico o local. Yo
creo que es todo ello junto, pero… ¡qué sabré yo!
viernes, 3 de diciembre de 2021
Morir por Danzig
Publicado en Minuto Crucial el 9/11/2021.
El 1 de septiembre de 1939 las
tropas alemanas atacan Polonia con la excusa de liberar Danzig (o Gdansk, en
polaco), ciudad portuaria de población mayoritariamente germana que quedó bajo
administración de la Sociedad de Naciones y soberanía polaca tras el Tratado de
Versalles de 1919, al término de la Gran Guerra. Este fue el detonante de la
declaración de Gran Bretaña y Francia a Alemania, que daría comienzo oficial a
la II Guerra Mundial. Las democracias
occidentales, que habían transigido cobardemente con la invasión nazi de
Austria y Checoslovaquia, encontraban al fin la lucidez. 15 días más tarde,
Polonia también fue invadida por la URSS, en virtud del tratado que habían
firmado soviéticos y alemanes. Dejó de existir como estado en menos de un
mes.
Hoy, Polonia se constituye de
nuevo en víctima de un ataque planificado. Las guerras de hoy no son
convencionales. Como en España también sufrimos, los enemigos de occidente no
usan ahora tropas y tanques. Utilizan ataques informáticos, atentados, sabotajes,
noticias falsas, quintas columnas, manipulación de masas y, como guinda, el
envío de emigrantes utilizados para desestabilizar al enemigo. Un día es Turquía, otro es Marruecos y,
ahora es Bielorrusia quien nos chantajea,
que no es sino un protectorado de la Rusia neosoviética de Putin.
Independientemente del concepto
que tengamos del sistema político actual de Polonia, manifiestamente mejorable
en cuanto a manipulación de la Justicia y derechos LGTBI, este país, junto con Hungría, Eslovaquia y la República Checa, se ha
convertido en baluarte contra la inmigración ilegal y las consecuencias de la
misma, que ya sufrimos en muchos países europeos, desde Suecia a España,
pasando por Bélgica, Reino Unido o Francia.
Por eso urge desde esta
anquilosada, torpe y neoprogre Unión Europea, ofrecer su total apoyo a Polonia
en este vil ataque de las dictaduras rusa y bielorrusa imponiéndoles más
sanciones. Están en juego nuestra propia razón de ser y de existir, nuestros
valores, nuestras tradiciones y nuestras libertades.
Durante la pasada invasión a
Ceuta por parte de 10.000 marroquíes, con el total apoyo del gobierno del
sátrapa Mohamed VI, Polonia nos ofreció tropas para defendernos. Hoy, en justa
reciprocidad, toda Europa debe colaborar activamente, a demanda de lo que
pidieran las autoridades polacas, para enviar tropas a sus fronteras del este.
No somos conscientes de que Occidente está siendo atacado e invadido de
todas las formas posibles y por todas las vías existentes, como se ha visto
este fin de semana en el aeropuerto de Palma. Nuestros enemigos comunes son el
comunismo y el islamismo. En la frontera polaca con Bielorruria, esos
enemigos se han aliado. Son unos los que han trasladado a los otros en aviones
desde otros países por avión para llevarlos a nuestras fronteras.
En su día permitimos la invasión de Crimea por Rusia sin pestañear,
como se permitió hace 83 años la invasión nazi de Austria y Checoslovaquía.
No podemos extrañarnos de lo que venga después porque ya sabemos lo que es.
Está en los libros. Lo siguiente, tras las nada veladas amenazas chinas,
será Taiwan, un país democrático al que
quiere engullir la tiranía comunista china.
Entonces murieron por Danzig 60
millones de personas. Mejor dicho, por la defensa de la libertad, por la
democracia y por la supervivencia de Occidente que representaba entonces, igual
que ahora, Polonia. ¿Estaremos
dispuestos hoy a morir de nuevo por Polonia, por Ceuta o por Taiwan? Mejor
dicho, ¿estaremos dispuestos a morir por nuestra propia supervivencia?
sábado, 6 de noviembre de 2021
EL TERRORISTA BOYE
Publicado en Minuto Crucial el 29/10/202021
1988. Durante 249 días de ese
año, el empresario Emiliano Revilla estuvo secuestrado por ETA en un zulo bajo
una vivienda de la calle Belisana, cerca de Arturo Soria, en Madrid. A menos de
100 metros, un familiar mío tenía allí su casa. Alguna vez en aquellos días
estuve yo en ella sin que fuéramos conscientes ninguno del calvario que estaría
pasando tan cerca de nosotros ese hombre. Suplicio que sólo acabó con el pago
de una cantidad a ETA que, según algunas fuentes, habría rondado los 1000
millones de pesetas y otras aventuran en el doble.
El que sí era muy consciente de aquel
sufrimiento era Gonzalo Boye, un por entonces veinteañero chileno miembro de un
grupo terrorista de su país, el MIR, que fue detenido en 1992 en Madrid y condenado
en 1996 por colaborar en el secuestro del empresario soriano. Por esa acción
recibió un suculento pago de ETA, según se dice en la sentencia. Fue condenado
a 14 años de prisión y al pago de 200 millones de pesetas que no consta que
haya realizado. Emiliano Revilla nunca se los reclamó.
Estamos hablando del mismo
Gonzalo Boye que ahora es abogado de Valtonic, Puigdemont y, según hemos sabido
estos días, también de Alberto Rodríguez, exdiputado de Podemos. Se sacó
su carrera de Derecho en la cárcel, donde descubrió que la mejor forma de
atacar nuestro sistema democrático es desde dentro y en la que, como el conde
de Montecristo, tuvo tiempo de planificar su venganza, en este caso, contra el
país que lo acogió. Ha sido abogado,
entre otros, de Marcial Dorado, el narco gallego que apareció en una foto con
el ahora presidente de la Junta de Galicia, Feijóo. También lo fue de
ultraderechistas colombianos y en su despacho ha colaborado como perito
informático el también ultraderechista Emilio Hellín, asesino de Yolanda
González en 1980. De modo que su militante izquierdismo tiene, como casi todo
en esta vida, un precio valorable en billetes.
Cuando se le cita en los medios,
nunca se alude a su pasado. En mentideros de juristas y periodistas se le tiene
por persona peligrosa y vengativa. Incluso, al parecer, es posible que se haya
dedicado a demandar con cantidades millonarias a periodistas que sacaban su
historia a relucir para reclamarles un presunto “derecho al olvido”. O sea, que
no le interesa que se lo encasille por su pasado.
Lo que pasa es que a lo mejor es
el futuro el que se va a empeñar en recordarnos quién es en realidad, porque es
posible que acabe en la cárcel de nuevo. Está imputado por blanqueo y
falsificación en un caso contra uno de sus “insignes” clientes, el narco Sito
Miñanco. La lista de esos clientes, como
vemos, no parece la típica de un activista de izquierdas: narcos, asesinos,
golpistas… La pena podrían ser otros 6 años en los que, posiblemente, le daría
tiempo a sacarse otra carrera. En esa cabeza cabe todo.
Por todo ello, sorprende quizá
que una persona como Alberto Fernández, que se dice pacífica e inocente del
delito de haber pateado a un policía recurra a este personaje. Bueno, digo yo
que a alguno le sorprenderá, a mí no. En Podemos y en el resto de la izquierda
radical llevan muy a gala lo de ser antisistema y eso no se queda en meras
actuaciones pacíficas o declaraciones. Ahí tenemos a Isa Serra, Rita Maestre o “el Pancetas” del SAT como
ejemplos.
La izquierda que tenemos hoy no
tiene nada de social ni de moderna sino mucho de violenta y profundamente
atrasada y brutal. No es la izquierda alemana ni la francesa. Ni es el
laborismo británico ni tampoco nada parecido a los demócratas norteamericanos.
Es algo muy similar a la izquierda iberoamericana, trufada de odio, de
resentimiento y de violencia. De esa izquierda profundamente antiespañola y
radical llegaron el propio Boye, Pisarello, Echenique o Dante Fachín, entre
otros. Tenemos una izquierda que no quiere construir nada sino tras haberlo
derribado todo antes.
Un día aclaman las lágrimas de
cocodrilo de Otegi y al otro salen a la calle a defender a los presos etarras
que, para ellos, no están en la cárcel por asesinos sino que son “presos
políticos”. También, en definitiva, es una izquierda que defiende a
narcotraficantes a la vez que pide la legalización del cannabis. Todo en ellos
es muy coherente…
Lo mejor que podemos hacer es
encerrarlos lo antes posible porque, si no, acabaremos encerrados por ellos,
como Boye hizo con Emiliano Revilla y como Otegi hizo con Luis Abaitua. Eso, si no nos matan antes, porque estamos en
manos de terroristas y nosotros mismos, con nuestra indolencia, nos ponemos el
cañón de su pistola en nuestra sien.
El agujero del donut
Publicado en Minuto Crucial el 15/10/2021
Si España fuera un donut, Madrid no existiría. Esa frase taaaaaaaan
ingeniosa la hemos oído desde siempre a periféricos más o menos achispados. A
personas que cargan contra “Madriz” o “Madrit” con una falsa superioridad que,
en realidad, responde a envidias o complejos que sus psicólogos no han sabido
tratar. Ser la capital desde 1561 no es gratis y escuchar estas idioteces
forman parte del precio que los madrileños pagamos por ese pecado. Eso y ser el
manifestódromo de todos los ofendiditos nacionales e importados.
Los escasos y cortos periodos en los que, desde entonces, estuvo
fuera la capitalidad fueron bien por los intereses especulativos del Duque de
Lerma, bien por la guerra contra el francés de 1808, con las Cortes de Cádiz, o
durante la Guerra Civil, cuando el gobierno republicano se trasladó a Valencia
como paso previo a su obligado exilio. Fuera
de esos 3 breves periodos, en Madrid se ha concentrado siempre la
administración del Estado. Una decisión racional motivada sobre todo por la
situación geográfica dentro de la península ibérica y que buscaba,
precisamente, servir de unión y contrapeso necesario entre diversas partes de
España.
Pues bien: hete aquí que, en lo que muchos consideran el
estado más descentralizado de Europa, el Gobierno actual considera necesario el
traslado físico de organismos, instituciones o empresas públicas a otros
lugares. Las razones que esgrimen son dos, a cual más torticera: Por un lado
aseguran que es para que toda España se sienta partícipe del Estado y apoyar la
concordia y, por otro, para combatir ese falso concepto tan “2030” que es el de
la “España vaciada”.
Y ambas cosas son mentira. Por un lado, el que haya un menor
sentimiento de españolidad no es culpa de que las instituciones estén en
Madrid. Es culpa de una política errada (y también herrada) de abandono de lo que nos une. El otorgar a
los presidentes autonómicos la representación del Estado en sus territorios,
como dice la Constitución, no ha servido más que para que desde sus cargos se
pueda dinamitar el Estado mismo y sus fundamentos, como se ha visto en Cataluña
y se ve cada día desde Asturias a Baleares y desde el País Vasco a la Comunidad
Valenciana. Por ejemplo, Urkullu, que no se siente español sino sólo vasco, o
Aragonés, que no se siente español sino sólo catalán, no pueden ser los
representantes del Estado en sus territorios. Que ya sólo esas declaraciones
deberían bastar para inhabilitarlos.
Por otro lado, lo de combatir la despoblación de las zonas
rurales no se hace llevando la Dirección General de Política Energética y Minas
a León o la Secretaría General de Pesca a Sanlúcar de Barrameda. Entre otras
cosas porque no lo van a hacer. Es una falacia pensar que, como si esto fuera
la China de Mao, se puede trasladar a miles de funcionarios de un lugar a otro
sin protesta alguna. Como si al señor que opositó y trabaja para el Museo de
Arqueología de Madrid, le venga estupendo trasladarse a Fregenal de la Sierra,
por otra parte, precioso pueblo pacense.
Nos quedaremos sin ver el Traslado de Ministerio de Defensa
a Melilla; el de Interior, al Barrio del
Raval, antiguo “barrio chino”, en Barcelona; el de Universidades, a las 3000
viviendas de Sevilla; el de Trabajo, a Marinaleda; el de Justicia, a Hernani;
el de Cultura, a Magaluf o la Secretaría
de Estado Turismo a Benidorm. O a lo mejor es que van a obligar, por
decreto, a trasladar las funciones de ‘El Rey León’ (diez años lleva ya) a
otros lugares. Importantes ciudades en las que algunos otros musicales que han
durado también años en Madrid, o incluso han estado varias veces, han aguantado
sólo 2 semanas y sin llenar. ¿De eso también tenemos la culpa en Madrid?
Y no, tampoco es eso lo que quieren. Lo que van a hacer los
mismos que lamentan la fuga de empresas
privadas de Cataluña es trasladar las públicas, o los organismos que
deseen, a sus nichos de votos. No a pueblos o ciudades pequeñas para
beneficiarlos, sino a lugares importantes y ya poblados cuyo voto interesa fidelizar para
beneficiarse ellos. Por ejemplo, a Valencia. Es prácticamente seguro que en el próximo Congreso del PSOE, a celebrar
en esa ciudad, se anunciará algo en este sentido, así que no se rían de lo
Benidorm que dije antes. No es la valenciana, precisamente, una comunidad
con problemas de despoblación. Lo que si sucede es que las encuestas dan un
empate técnico en las próximas elecciones, con grave riesgo de que una alianza
PP-VOX acabe con el vergonzante pacto del Zoológico, digo… del Botánico.
Es sólo ese interés electoral el que mueve todas y cada una
de las decisiones de este Gobierno. El mismo interés que hace que haya ido su
presidente cuatro veces a La Palma pero que no fuera ni una sola al Zendal, a
los hospitales de Madrid en pandemia o a
inspeccionar los daños causados por Filomena.
No quieren descentralizar. Quieren comprar votos. Si quisieran ayudar a la España despoblada,
fomentarían las comunicaciones en una Extremadura que aún tiene vías de tren
del s. XIX y llevarían el AVE a Portugal, nuestro hermano atlántico. O
fomentarían la extensión de nuevas tecnologías a zonas rurales, crearían
semilleros de empresas de industria agropecuaria en Andalucía, Castilla y León
o Aragón. O fomentarían la creación de
filiales de grandes empresas en territorios menos poblados, asegurando un mejor
trato fiscal, excelentes comunicaciones y facilitando infraestructura y suelo
gratis, que lo hay en abundancia, durante 40 o 70 años, sin pasar por las miles de ventanillas
locales, provinciales, autonómicas y nacionales que son necesarias para
cualquier trámite. Hay muchas cosas que se pueden hacer y que no harán.
Nada queda hoy de aquel espíritu de la Generación del 98, la
que, desde todas partes de España, buscó definir su identidad centrándose en
Castilla, en sus gentes austeras, en sus
costumbres, en su tradición y en sus llanuras ya entonces despobladas. Ahora es un insulto común entre los
independentistas catalanes, cuyos votos sostienen a este gobierno, llamarnos a
los demás “castellanos”, con ese retintín que les sale del odio inoculado
lentamente durante los últimos 40 años y permitido por gobiernos indolentes del
PP y cómplices del PSOE.
Como dice Ayuso, a Madrid lo dan ya por perdido. Ya sólo les
queda rentabilizar esa pérdida despedazándolo
y repartiendo sus miembros entre los secuaces, que esperan con las
fauces abiertas, del Gobierno más antiespañol, más cobarde y más traidor que
hemos tenido desde Fernando VII.